¿Qué tan preocupado debería estar por las sandías que explotan?
Las sandías tienen un ligero aire de misterio. Si bien la apariencia exterior de una sandía puede ser indicativa de lo que sucede debajo de su exterior duro, nunca sabes realmente lo que estás obteniendo hasta que la abres. Si tienes suerte, la pulpa interior es roja, dulce y jugosa. Otras veces, la fruta puede resultar decepcionantemente pálida y esponjosa. Sin embargo, el funcionamiento interno de las sandías nunca es más alucinante que cuando la fruta se quema espontáneamente en la encimera de la cocina.
Explotar sandías puede parecer un juego sin sentido que puedes jugar en tu iPad, pero en realidad es un fenómeno que puede ocurrir cuando las sandías comienzan a experimentar el proceso de fermentación. La fermentación ocurre cuando microorganismos como bacterias, levaduras y moho se alimentan de carbohidratos y azúcares para producir energía sin la presencia de oxígeno. Como resultado de este proceso anaeróbico, los azúcares y almidones se transforman en alcoholes y ácidos, y los microorganismos producen dióxido de carbono como subproducto.
Cuando la pulpa interna de una sandía comienza a fermentar, el dióxido de carbono liberado no tiene forma de atravesar la gruesa cáscara. En consecuencia, comienza a acumularse presión dentro de la sandía, lo que eventualmente puede provocar una combustión. El daño puede ser mínimo, con la sandía simplemente abriéndose y rezumando espuma, o puede ser dramático, produciendo un rocío que podría rivalizar con Splash Mountain.
Si bien las sandías que han comenzado a fermentar pueden explotar (y a veces lo hacen), no es algo común. Debido a que el calor puede aumentar tanto la probabilidad como la velocidad de fermentación, cuando las temperaturas son altas, las sandías son más susceptibles a esta reacción.
La fermentación no siempre es mala. Puede ser una excelente herramienta para conservar alimentos. Facilita el crecimiento de probióticos y puede aumentar el contenido de vitaminas y minerales en los alimentos. Es el proceso responsable de algunas de nuestras comidas y bebidas favoritas, como la cerveza, el vino, el miso, los pepinillos y el kimchi. Sin embargo, la sandía que ha comenzado a fermentar puede contener un cóctel de bacterias dañinas como salmonella, E. coli y botulismo que podrían causar estragos en su cuerpo si se consumen.
Incluso cortar una sandía en fermentación puede ser peligroso, ya que la liberación repentina de presión puede provocar una explosión. Por esa razón, es importante saber qué buscar. Una espuma blanca y burbujeante que emana de una grieta en la sandía es un buen indicador de que la fruta ya ha comenzado a fermentar y debe desecharse. Para evitar que la sandía se eche a perder y arroje sustancia pegajosa por toda la cocina, es mejor guardar las sandías enteras en el refrigerador. La fermentación aún es posible dentro de los fríos confines del refrigerador, pero el frío ayuda a desacelerar el proceso.